La Conferencia Episcopal Española pide «a todos los creyentes que eleven sus oraciones para pedir a Dios que
conceda el descanso eterno a las personas fallecidas, restablezca la salud del
resto las víctimas, consuelo a los familiares, llene de paz los corazones de
las personas de buena voluntad y nunca más se repitan estas acciones
despreciables».
A lo largo de este fin de semana, en todas
las celebraciones de la Eucaristía que se han vivido en nuestro barrio de "Las Colonias" (tanto en la parroquia de Ntra. Sra. de los
Dolores, en la Comunidad Neocatecumenal, como en el Convento de las Hermanas de
la Cruz) han tenido como intención principal y comunitaria pedir al Dios del Amor, por la paz
en nuestro mundo y en nuestros corazones.
Desde la sencillez de nuestras celebraciones,
nos hemos querido unir a todas las iglesias de España y del mundo que han
tenido una mirada de cariño, a lo largo de este fin de semana, hacia cuantos
han sufrido el látigo del terrorismo, así como para aquellos que son víctimas
de cualquier tipo de violencia.
Hemos orado para que en nuestro mundo se dé una
paz auténtica y verdadera que surja de los valores de nuestra fe. Una paz que
no sea simplemente la ausencia de guerra y conflicto, sino que sea fruto de la
Verdad y de la Justicia. Una paz duradera que debe nacer en el corazón del ser
humano y, desde ahí, extenderse a todos nuestros semejantes y a todos nuestros
ambientes.
Un acto terrorista, como el vivido en nuestro
país, no puede ser nunca justificado. Por ello oramos a Dios Padre para que
convierta los corazones de aquellos que cometen estos actos, así como de
aquellas personas que los alientan, animan y encubren.
1.- Hemos manifestado el dolor y la cercanía con las víctimas de los atentados terroristas, los enfermos y
sus familias.
2.- Hemos condenado toda muestra de
terrorismo, ya que es una acción intrínsecamente perversa, que es muestra de la
más dura intolerancia y totalitarismo, que vulnera gravemente el derecho a la
vida y a la libertad. Del todo incompatible con una visión moral de la vida,
justa y respetable.
3.- Nos hemos comprometido, como comunidad de
fe, en hacer crecer la paz en nuestro propio corazón, porque nadie puede dar aquello
de lo que carece. Sólo teniendo paz interior podremos extenderla a toda nuestra
vida, haciendo de nuestro mundo un lugar más fraterno y humano.
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