sábado, 15 de abril de 2017

RESUCITÓ.



Ya pasó el dolor, pasó el calvario, llegó la hora de Tu gloriosa resurrección. Tú, El vencedor de la muerte, nos das esperanza y nos abres las puertas del Reino. Por tu gracia y tu misericordia nos salvaste. Así, todos, cuando somos llamados ante El Padre, esperamos como Lázaro oír tu voz que nos diga: “Levántate y anda
Con tu resurrección, la Buena Noticia adquiere fuerza para levantar al caído y lanzarlo de nuevo al camino. Tu evangelio es la firmeza que necesitamos para mantenernos en pie en medio de las tormentas y para caminar sobre las aguas que nos dan miedo.
Con tu resurrección nos lanzas tu desafío: “¡No te quedes postrado, has sido creado para la vida!” “¡Retoma el camino una vez más! ¡Aquí estoy contigo!
Aprendamos de Cristo, aprendamos a morir y a resucitar con El, ser una persona nueva, generosa, humilde, solidaria, abierta al amor. Es la herencia que nos ha dejado: AMOR con mayúsculas, porque el amor-fraternidad es la única medida que puede cambiar el mundo, es la única forma de poder contra la esclavitud, la guerra, la violencia, la dictadura, el hambre, la soledad….
En estos tiempos, en los que el individualismo forma parte de nuestras vidas, en ésta sociedad en la que cualquier tipo de poder arremete contra el más débil… propugno, desde la resurrección de Jesús: El Amor como única fuente de liberación del ser humano. Expongámonos al amor de Dios, contagiémonos de él, y propaguémoslo  como un virus maravilloso  portador de vida eterna. 
La Semana Santa tiene un sentido especial de agradecimiento, de reconocimiento a Jesús como Hijo de Dios y Redentor del mundo, de honra, de homenaje al Señor, por su entrega, por lo grandioso de su sacrificio.
Hoy muero por Ti Jesús, hoy no aparto mi mirada de la tuya, hoy… te sigo  y te proclamo. Merece la pena seguir el ejemplo de Jesús de Nazaret, porque amor con amor se paga.
Únicamente amando se recibe amor.

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