Cuaresma es regalo de Dios. Cuaresma es oportunidad de Dios ofrece al ser humano para
volver a Él con el corazón.
"Convertirse y creer
en el evangelio" es la propuesta que se nos hace, en este tiempo litùrgico, a todos los cristianos. “No nos conformemos con dejar las cosas igual”
sino que demos un giro a nuestra vida para transformar nuestro interior y desde
aquí (desde el interior) cambiar nuestro mundo: ofreciendo amor donde haya odio, bien donde
prevalezca el mal, alegría donde
florezca la tristeza, esperanza
donde surja el desaliento y paz donde
crezca el enfrentamiento.
Cuaresma es una invitación a alejarnos de la falsedad
e hipocresía y mirar al Padre Dios que habita en lo “secreto y escondido del
corazón”.
Atrás tiene que quedar hacer las cosas para ser vistos por la gente,
para ser honrados por los hombres.
Cuaresma nos propone un nuevo camino: buscar con
nuestras acciones el aplauso de Dios, ese Padre que nos revelará Jesucristo
como compasivo y misericordioso.
El camino de cuaresma
hay que andarlo desde la oración. Debemos encontrarnos y
buscar la intimidad con el Señor. Por ello hagamos tiempo, en la actividad del
día, para estar con Él. Dejemos que sea Él quien nos vaya mostrando el camino
de una conversión verdadera.
Cuaresma y caridad
van de la mano. Amar a Dios y amar al prójimo es el “signo de una vida
cristiana auténtica” Este amor hay que reavivarlo, renovarlo y actualizarlo. “No dejemos que se enfríe nuestro corazón”
Igualmente el sacrificio sin farsa, la autenticidad de vida, la vivencia de las bienaventuranzas… nos ayudarán a resucitar con Cristo en la mañana de Pascua.
Igualmente el sacrificio sin farsa, la autenticidad de vida, la vivencia de las bienaventuranzas… nos ayudarán a resucitar con Cristo en la mañana de Pascua.
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