miércoles, 18 de octubre de 2017

MISIONEROS DOMUND 2017


"Id por todo el mundo anunciando el evangelio" (Jesús de Nazaret)

1.- Al celebrar esta jornada del DOMUND, nuestra mirada busca a aquellos que, dejándolo todo, siguen a Cristo, extendiendo su evangelio por toda la tierra. Hombres y mujeres, seglares y sacerdotes que hacen de su vida una entrega generosa al prójimo acercándoles la Buena Noticia del Evangelio que es siempre un mensaje de felicidad.

Son evangelizadores que, despojándose de sus “seguridades”, se agarran a Jesús y proclaman, con sus vidas y sus palabras, el amor de un Dios Padre que tanto ama al ser humano que entrega a su propio Hijo para nuestra salvación, jamás para la condenación.

Ellos y ellas, de forma libre abandonan su cultura, país, lengua y costumbres, cruzan barreras lingüísticas, culturales, geográficas…  y se adentran, desde el respeto, en una nueva tierra para cumplir con la misión que Cristo ha encomendado a su Iglesia: "que todos tengan la oportunidad de conocer a Jesús como  Señor"

Ser misionero implica tener grandes sueños, reafirmando su identidad vocacional en la Oración, Justicia, Misericordia, Humildad, Obediencia y Valentía en semejanza a Jesucristo. Es servir a la gente más olvidada de la del mundo.

2.- Ser misionero hoy es darnos cuenta que hemos sido enviados al mundo para amar, servir, predicar, enseñar, sanar y liberar.
Por ello esta jornada eclesial del DOMUND se convierte también en momento importante para comprobar el nivel de audacia misionera de nuestras comunidades parroquiales y de nuestras propias personas.
De ahí que el lema de esta jornada “Sé valiente la misión te espera” no se concentre, ni haga referencia, única y exclusivamente, a un grupo de Iglesia, sino a la universalidad de la Iglesia, de la comunidad de fe.
Cierto que la Iglesia, por medio de sus misioneros, llevará el mensaje de Salvación a todas las naciones. Cierto que este mensaje tiene que ser realizado con palabras y hechos. Y cierto que incluirá el mundo entero como campo de misión. Pero no es menos cierto que la misión universal e integral de la evangelización conlleva la participación de todos los bautizados, y nadie puede sentirse al margen del mandato de Cristo.

Por puro amor de Dios fue enviado el Hijo que sigue transformando el mundo a través de la misión de la Iglesia. Jesús sigue vivo, se hace presente en cada rincón de nuestra vida, de nuestro mundo para transformarlo. La misión no es algo del pasado, sino que es tiempo de salvación.

Somos llamados a ser testigos del amor de Dios, que nos invita a ser “buen samaritano que cure las heridas sangrantes de la humanidad”, se nos invita a ser “Buen Pastor que busquemos con valentía y sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin meta”. Se nos invita a nosotros y a nuestras comunidades a estar al servicio del otro, sabiendo que el prójimo es un regalo y don de Dios.

Seamos testigos valientes que, sin poner fronteras al mensaje de Cristo, salgamos al encuentro del ser humano, sanemos al hombre roto, liberemos de las esclavitudes, prediquemos y enseñemos la Noticia Nueva del Maestro de Nazaret, lavemos los pies, con actitud de servicio, de los hombres y mujeres que sufren. Despojémonos de las comodidades y miedos que nos paralizan. Y por encima de todo Amemos, como prueba evidente de pertenencia al grupo de los apóstoles, de los seguidores de Cristo.

No nos importe que, al realizar nuestra misión, nuestra Iglesia quede accidentada, herida y manchada por salir a la calle. Es preferible esto a una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrase a las propias seguridades. No una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. No una Iglesia triunfante pero cerrada en sí misma.

Por último una llamada a los jóvenes que son “la esperanza de la misión y de la Iglesia”. La misión necesita de la imaginación, creatividad y entrega de los jóvenes. Hace falta la juventud valiente que se siga solidarizando con los que más sufren.
“No podemos quedarnos enclaustrados en la parroquia, en nuestra comunidad, cuando tantas personas están esperando el Evangelio" 
"¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!"

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